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El cultivo del café es una pasión arraigada para Yolanda Cabrera Álvarez. Hija de caficultores, Yolanda ha transmitido su pasión por el cultivo a sus hijos, quienes ya son adultos y la ayudan en la finca. Las elevadas altitudes de 2.150 metros sobre el nivel del mar mantienen las temperaturas frescas, lo que ayuda a limitar la propagación de plagas y enfermedades. Yolanda recibe asistencia técnica de Valle Inca para ayudarla a producir cafetos de alto rendimiento y características únicas.
Yolanda y su familia seleccionan a mano y selectivamente cerezas rojas maduras y las procesan en sus fincas. Despulpan y fermentan el café anaeróbicamente en bolsas GrainPro selladas durante 40horas. Las temperaturas más bajas a esta gran altitud ralentizan la fermentación. Después de la fermentación, lavan el pergamino con agua limpia y lo colocan encamas de secado para que se seque. Rastrillan el pergamino con frecuencia para asegurar un secado uniforme. El pergamino tarda aproximadamente 15 días en secarse.
José Prudencio fundó Valle Inca en 2015. Es un cafetalero de pura cepa y oriundo de la región. Vio el auge y la caída de la principal cooperativa secundaria,COCLA, a través de sus padres, caficultores de la región. Cuando COCLA quebró, los caficultores de la región tuvieron dificultades para acceder a servicios y vender su café a precios justos. Tras desempeñarse en diversos empleos relacionados con la agricultura, José fundó Valle Inca para servir a los caficultores de su región natal y más allá.
José Prudencio es el motor de Valle Inca. Cuenta con el apoyo de un pequeño equipo de lugareños, muchos de ellos hijos de caficultores de Valle Inca. El objetivo principal de Valle Inca es mejorar las condiciones de vida de los agricultores mediante la producción de café de alta calidad. Mediante la aplicación de buenas práctica sagrícolas y la renovación con variedades enfocadas en la calidad de taza, Valle Inca ha logrado un cambio positivo para los más de 400 productores de la red. Con el apoyo vital de una organización como Valle Inca, los productores reciben salarios justos y pueden volver a invertir en sus fincas.